El juego de billar

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Frank Martin y Lay juegan billar

Capítulo 8

"Los juegos continúan"

A la mañana siguiente, abrace fuertemente a Frank mientras él dormía profundamente y no quería molestarlo ya que quería que descansará después del día tan difícil que tuvo ayer. Me daba mucha alegría volver a verlo y tenerlo conmigo nuevamente y lo mejor volver a dormir con el nuevamente.

Frank despierta y me dice, que bueno es volver a verte mi amor. No sabes la angustia y la desesperación que pase el no poder verte otra vez, tenía un nudo en la garganta y por fortuna me salve. Que te parece que para desestrezarnos un rato, en la tarde jugamos billar para olvidar el trago amargo que pasamos.

Es una buena decisión, hace rato que no juego billar y me gusta mucho. Llegó la tarde y Frank me llevo a jugar billar en un lugar muy elegante y bonito, todo lucia muy bonito y había muchas mesas de billar y barman que servían copas a las personas.

Frank acomoda las bolas del billar y amaba como lo hacía, con mucho cuidado y atención. Me pregunta:

- ¿Quién abre el juego?

- Obviamente yo

- Perfecto.

Tomo el bastón y enfoco bien la mirada para no cometer un error y la bola se vaya a otro lado, y por poco le atino. En eso Frank, se alista y toma el bastón con la mirada bien enfocada y le pega a la bola, casi ganaba la partida.

Es mi turno, tomo nuevamente el bastón y enfoco bien la mirada para no perder, en eso pierdo. Dios, como pude haber perdido si soy buena en ese juego pero algún día tenía que pasar y no siempre se gana y hay que aprender a perder.

Frank me dice:

- Espero sepas perder

- Depende, mi amor

- ¿Depende de qué?

- Que tan rico me hagas el amor.

Frank pide la cuenta y nos fuimos a casa, al llegar a casa me carga en sus brazos y me lleva a la recámara. Empieza a quitarme el vestido y yo a quitarle toda la ropa, dejando al descubierto sus vellos de su pecho.

Me pone en cuatro y me penetra y empiezo a gemir muy fuerte hasta lograr sacar toda la fuerza a través de un intenso orgasmo.

Y el dándome sus embestidas salvajes que logra dejarme mojada por completo y con la cara muy roja de la excitación acumulada de mi interior. Esa noche fue maravillosa, necesitaba tenerlo conmigo así en la intimidad y sentir su piel cálida y húmeda.

Pensé que en verdad jamás iba a verlo en mi vida y que tenía que aferrarme a no tenerlo conmigo.

- Andy Pau

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